SUBDESARROLLO
«La falta de respeto por la institucionalidad es un rasgo que lo delata. La práctica de gobernar por decreto, con las más de doscientas mil normas administrativas que están vigentes, menosprecia la trascendencia del Congreso y de la Judicatura…»
La visión economicista identificó el desarrollo con un cierto ingreso per cápita. Nada más falso. Además, la inflación mundial transforma esta medición en un espejismo que atonta. El subdesarrollo es un problema de mentalidad, de hábitos, de disposición de alma, de cultura, y se manifiesta en muy diversos aspectos de la vida nacional.
La falta de respeto por la institucionalidad es un rasgo que lo delata. La práctica de gobernar por decreto, con las más de doscientas mil normas administrativas que están vigentes, menosprecia la trascendencia del Congreso y de la Judicatura. A esto se ha sumado hoy el abuso de las glosas del Presupuesto Nacional y, en estas últimas semanas, el obligar a los parlamentarios a aprobar numerosos proyectos de envergadura. Estas prácticas viciosas revelan un desprecio absoluto por la sociedad civil.
El exceso de celeridad por parte del Ejecutivo es un mirar en menos al pueblo. Solo vale el brillo de sus ideólogos que apuntan a demoler lo bueno conocido para introducir «novedades» muy pasadas de moda y fracasadas. La exaltación del voluntarismo es un rasgo de subdesarrollo. Nada que favorezca al pueblo puede quedar en pie. De aquí la necesidad de reformar la Constitución y el planteamiento oblicuo del Gobierno en este tema.
Se trata de impedir discusiones serenas en las que aporten los que están preparados de antemano para ello. El recurrir a tutores es una forma degradada y antigua para impedir que la sociedad civil se manifieste, en circunstancias de que es ella la que debe legislar mediante su acción cotidiana. El Congreso debe darle forma, ponerle límites, evitar abusos e impedir que se repitan errores anteriores. Hoy día, el Fondo de Inversiones para Infraestructura del MOP constituye una empresa estatal que se crea subrepticiamente, eludiendo un debate público y legal. Remeda el Transantiago, y no podremos esperar sino un impacto tan negativo tanto en su finalidad como en su operación.
El camino al subdesarrollo está formado por el desprecio al pueblo, la exaltación de los iluminados y la apología de los atajos que llevan al despeñadero. Se traduce en malas políticas públicas, corrupción y frustración para millones de seres anónimos. Refleja un desprecio por los esfuerzos sostenidos que apuntan a horizontes lejanos y que aúnan en torno a metas ambiciosas, pero realizables. La fortaleza de los pueblos nace desde el fondo de su alma colectiva. Los reniegos envenenan la convivencia y frustran el camino a todos.