Cooperativismo y Asociatividad

La revista “Ensayos sobre política económica”, ESPE, del Banco de la República, trae el artículo, “Revisión de experiencias de apoyo a la agricultura familiar”, que tiene como autores a Margarita María Gáfaro-González, José Antonio Ocampo Gaviria, Alejandro Rueda Sanz, Sonia Daniela y Monroy Cely, que bien valdría ser leída por los candidatos a ser elegidos…

La revista “Ensayos sobre política económica”, ESPE, del Banco de la República, trae el artículo, “Revisión de experiencias de apoyo a la agricultura familiar”, que tiene como autores a Margarita María Gáfaro-González, José Antonio Ocampo Gaviria, Alejandro Rueda Sanz, Sonia Daniela y Monroy Cely, que bien valdría ser leída por los candidatos a ser elegidos Alcaldes y Gobernadores, pues afirman, que en Colombia, el 56% de las Unidades Productivas Agropecuarias (UAF), tienen características de tamaño y uso predominante de mano de obra del mismo hogar, que les permite ser clasificadas, como de agricultura familiar. Esta situación, (anómala desde el punto de vista de la competitividad y productividad del campo), enfrenta importantes obstáculos para la generación de ingresos familiares, los cuales se traducen en bajos niveles de calidad de vida, baja productividad, y alimentan las brechas entre las zonas rurales y las zonas urbanas de Risaralda.

Risaralda, ha mantenido el mismo modelo de acompañamiento al sector rural, que bien valdría ser revaluado, pues a pesar de las inversiones, tiene pocas experiencias exitosas de asociatividad, productividad y competitividad que mostrar. La inversión en el sector agropecuario, en los dos últimos dos gobiernos, ha sido la siguiente; 10,590 millones entre el 2012 y el 2015; y 10.950 millones entre el 2016 y 2018; es decir se han invertido en el sector, más de 22 mil millones en siete años, pero la situación de calidad de vida del campesino risaraldense, en poco o nada ha mejorado, (sin sumar las inversiones en el sector, con recursos de Regalías).

Pero volvamos al artículo y sus conclusiones, que bien aplican a Risaralda. 1. Bajos volúmenes de producción asociados. 2. Oferta tecnológica insuficiente. 3. Insumos y capital productivo (maquinaria y semillas, entre otros), inapropiados. 4. Alta vulnerabilidad por el cambio climático. 5. Cero planeación agrícola. 6. Altos costos de transporte, debido a un deficiente y crónico mantenimiento de la red vial terciaria. 7. Créditos sin seguimiento, utilizados para pagar deudas, y no para la compra de insumos y mejoras en la infraestructura productiva. 8. Agotamiento de la fórmula de Asistencia técnica y capacitación, a productores y asociaciones. 9. Insuficientes tecnologías. 10. Deficientes paquetes tecnológicos apropiados a los cultivos y el al uso del suelo.

A MANERA DE CONCLUSION. Estamos con la misma agricultura de los años cincuenta, donde se imponía el trabajo familiar, para el sustento de la familia. La agricultura asociativa es nuestro próximo reto, y la agroindustria la salvación del sector. El modelo utilizado de asistencia y acompañamiento está agotado y pide a gritos un cambio. Por lo tanto el cooperativismo y la asociatividad, del campo, deberían estar en las agendas de los candidatos.
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Fuente: eldiario.com.co