Seguridad estructural y economia circular

La economía circular es un concepto que ha entrado de lleno en los últimos tiempos en todos los ámbitos de la economía y sectores industriales. Un nuevo modelo económico que utiliza y optimiza los materiales y residuos dándoles una segunda vida. Así, un producto es ahora diseñado para ser reutilizado y reciclado terminada su vida…

La economía circular es un concepto que ha entrado de lleno en los últimos tiempos en todos los ámbitos de la economía y sectores industriales. Un nuevo modelo económico que utiliza y optimiza los materiales y residuos dándoles una segunda vida. Así, un producto es ahora diseñado para ser reutilizado y reciclado terminada su vida útil; convirtiendo lo que hasta ahora considerábamos residuos, en nuevas materias primas. La construcción y los materiales que en ella se utilizan no podían quedarse al margen. Pero la reutilización de materiales exige, además, una reflexión pausada si no queremos ver comprometida la seguridad estructural de las obras en las que se empleen.

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Recientemente, la presidencia finlandesa de la Unión Europea ha emitido una nota para su consideración por parte de los miembros de las reuniones de armonización técnica del Reglamento de Productos de Construcción, para incluir en la futura revisión del Reglamento la reutilización de productos de construcción.

Esto plantea algunas dificultades reglamentarias. Por ejemplo, una partida de tejas antiguas que va a ser reutilizada en una obra nueva ¿cómo cumple los requisitos que le exige su norma armonizada?, ¿cómo obtiene el marcado CE?

El problema documental, sin embargo, no es el centro del asunto que nos ocupa. La cuestión fundamental es si la reutilización de productos, o el uso de productos reciclados o con un porcentaje significativo de material reciclado, cumplen los requisitos de seguridad que les exige la reglamentación y normativa, al mismo nivel que un producto equivalente.

Dicho de otro modo, ¿estamos dispuestos a renunciar a cierto margen de fiabilidad estructural, para permitir el uso de estos elementos o materiales reutilizados o reciclados? Esta es precisamente la pregunta que la presidencia finlandesa plantea a todos los Estados miembros. Literalmente pregunta, ¿estarían dispuestos los Estados miembros a aceptar pérdidas marginales de seguridad cuando hay grandes beneficios en términos medioambientales?

Este debate no es nuevo 1. Se intenta invocar un supuesto principio de flexibilidad reglamentaria para eliminar las barreras normativas e incluso legales que impiden que la(s) política(s) de economía circular estén jerárquicamente por encima de los requisitos de seguridad ya establecidos. Llevando el debate a otro sector, ¿sería aceptable la reutilización de piezas de avión renunciando (marginalmente) a los niveles actuales de seguridad aeronáutica?

El código estructural español 2 permite el uso de áridos reciclados hasta un límite máximo de 20%, para la producción de hormigón estructural (aun cuando esta limitación no existe para hormigones no estructurales), pero las cifras indican que su uso en elementos estructurales es muy minoritario —En España, en 20183, fue del 1,8%—. Aumentar este porcentaje, ¿pasa por ampliar o eliminar el límite del 20% para hormigones estructurales o por explotar al máximo su capacidad de uso en el resto de hormigones?

Los límites al uso de materiales reciclados deben tener que ver con la obtención de las mismas prestaciones que un producto equivalente. Las prestaciones y requisitos de seguridad están establecidos en normas4 o en reglamentación5 que reúne el consenso técnico de la industria. Es posible evolucionar estos límites a la reutilización de materiales o al uso de materiales reciclados en función de la experiencia técnica real y el principio de precaución que guía la capacidad regulatoria de la Administración. Pero esta evolución debe realizarse tomando como base el conocimiento científico actual y la experiencia real de uso, teniendo en cuenta el nivel de prestaciones necesario para alcanzar un nivel de seguridad y durabilidad equivalentes.

La respuesta negativa a la cuestión planteada por la presidencia finlandesa debe acompañarse con una propuesta de evolución de los límites que lleve aparejada estudios técnicos, ensayos, e informes que recojan la experiencia de uso, lo que permitiría revisar las normas existentes o reformular la legislación, preservando los criterios de seguridad establecidos. Y esto es un proceso necesariamente largo. La revisión de una norma puede requerir no menos de dos años de trabajo. Y si además están involucrados ensayos de comportamiento del elemento/material a largo plazo, como sería el caso, estos plazos pueden alargarse significativamente.

Este es un camino que hemos de recorrer necesariamente, pero sin atajos. No es admisible que, sin haberse realizado este proceso, se pretenda renunciar a unas condiciones de seguridad que si están garantizadas por la normativa y la legislación actual.

Ofrecer las mismas (o superiores) prestaciones y durabilidad por unidad de recurso utilizado es, en definitiva, el primer pilar de la economía circular.

Fuente: interempresas